Ir al contenido principal

El reencuentro



Nunca pensé que lo volvería a ver y menos en estas circunstancias. Es raro ver a una persona después de tanto tiempo y que se vuelvan a despertar sentimientos que ya creías muertos. Y sin embargo, ahora, aquí, en este desván lleno de recuerdos de nuestro pasado, todo vuelve a mí con más fuerza. Todas las emociones que creía olvidadas regresan para recordarme que alejarme de él fue la peor decisión que pude haber tomado en mi vida.
         Cerré los ojos y mi cabeza se vio invadida por todo lo que allí habíamos vivido, todos los besos que habíamos compartido tumbados en esa alfombra descolorida sobre esa tarima desvencijada, y verlo a él ahora sentado sobre ella, dándome la espalda, me hizo revivirlo todo como si acabase de pasar hacía solo un instante. Lo único que me apetecía en ese momento era abrazarlo y sentir de nuevo el calor de esos brazos a mí alrededor. Volver a notar su piel sobre la mía protegiéndome de todo, hasta de mí misma la mayoría de las veces.
No pude resistirme y me senté a su lado. Él me miró, y ver sus ojos de nuevo… eso sí que me atravesó como un puñal directo al corazón. Había un silencio sepulcral en toda la casa que me dio la sensación de que lo único que se escuchaba eran nuestros corazones latiendo acelerados otra vez al reencontrarse, como si volviesen a la vida al estar tan juntos, tan cerca, otra vez.
Me fijé en que detrás de él seguía aquel tragaluz que dejaba pasar los últimos rayos del atardecer, haciendo que todo el desván adquiriera una luz cálida que nos envolvía a ambos y que me recordó a tantas tardes de verano los dos solos allí, mientras los demás estaban en la playa. Pero nosotros en esa época solo pensábamos en estar juntos y descubrirnos el uno al otro.
Y ahora parecía que esa necesidad volvía con más fuerza. Me sentía exactamente igual que cuando era una adolescente. Su cercanía me ponía nerviosa y a la vez me hacía sentirme viva de una manera que nunca había sentido con nadie.
Él se acercó más a mí, no podíamos apartar los ojos el uno del otro. Creo que los dos temíamos que todo fuese un sueño y que todo podía desvanecerse si nos dejábamos de mirar así que hasta que sus labios no se posaron en los míos no aparte la mirada de la de él.

Sus besos eran tal y como los recordaba, parecía que no hubiese pasado el tiempo para nosotros. Dicen que la piel tiene memoria y la mía parecía recordar perfectamente sus caricias. Todo mi cuerpo se rindió a él y según nos íbamos desnudando y acercando cada vez me iba sintiendo más en casa, de vuelta en mi hogar.

Todo lo que se interpusiera entre los dos nos parecía un abismo infinito, y ahora, todo el tiempo que habíamos pasado separados me parecía una eternidad.
Nunca imaginé que regresaría a este lugar, y ahora no me creo que haya pasado tanto tiempo alejada de aquí. Separada de él.
No hicieron falta palabras, nunca las habíamos necesitado, solo con estar cerca todo lo que habíamos tenido volvió a la vida en una décima de segundo. Yo creo que ninguno de los dos fuimos consiente de la atracción tan fuerte que existió entre nosotros hasta ese momento.
Dicen que el tiempo lo cura todo, que el paso del tiempo te hace olvidar pero ni en un millón de siglos lo nuestro podría caer en el olvido. Vivía mi vida de forma automática, teniendo relaciones con personas pero sabiendo que jamás iba a tener lo mismo que tenía con él, esa magia especial que solo encuentras una vez en la vida.
Aprendí a conformarme, porque no pensaba volver a ese lugar en el que ya no me quedaba nada, pero el destino me trajo de vuelta hasta él y ahora que nos habíamos reencontrado no creía posible que nada pudiese separarnos de nuevo.
No sé lo que pasaría, no sabía que pensaba él, de lo único que era consciente es que estábamos hechos para estar juntos y que solo era completamente feliz cuando estaba con él, así que no iba a permitir que nada volviera a separarnos nunca.

K.E







Comentarios

Entradas populares de este blog

Así empezó todo

       Nuestras habitaciones estaban pegadas la una a la otra. Yo sabía que ella tenía novio, pero desde que había encontrado ese pequeño agujero en la pared me era imposible no mirar. Todas las noches a la misma hora, cuando llegaba del gimnasio, se sentaba en una silla de su habitación y se descalzaba. Por ese diminuto agujero no se veían más que sus pies y sus torneados gemelos, y a mí con eso me bastaba. Era como una droga, algo adictivo que necesitaba hacer cada noche, aunque cada una de ellas me prometía a mí mismo que no volvería a hacerlo, pero siempre volvía a caer.          La veía en un par de clases de la universidad y sabía que se llamaba Sarah, pero nunca jamás me había atrevido a hablar con ella; era la típica chica perfecta en apariencia. Rubia, alta e inalcanzable. Pero tenía algo que solo yo parecía ver, como si le faltase algo, como si necesitase ser salvada de su aparentemente perfecta vida. Aunque ¿de qué la iba a salvar yo? A su lado me sentía como un mosqu
@Kellyeirinne
Hola!! A todos los que lleguéis a este blog soy una mamá de dos princesas que en el poco tiempo libre que tiene se dedica a leer y a formase para algún día poder cumplir su sueño, ser escritora. Así que cuando pueda intentaré colgar algún relato corto y algún capítulo de una novela que estoy escribiendo. Espero que lo paséis bien leyendo mis locuras. Un beso y a disfrutar leyendo.